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lunes, 19 de noviembre de 2007

Mono Azul publica el libro "Memorias del Desarrollo" del cubano Edmundo Desnoes


Edmundo Desnoes rompe el silencio de dos décadas con esta novela publicada en Mono Azul que, desde el propio título, parece cerrar un díptico junto con Memorias del Subdesarrollo (también publicada en esta editorial). Es un libro, según expresó,

“que me expresa y refleja con
fidelidad”.
“Escribir para mí no es un oficio, no es algo que debo hacer cada día, es una necesidad, y la necesidad
ocurre solo cuando tengo algo nuevo y, para mí, auténtico que expresar aunque
nadie lo espere o necesite”.


Extracto de la presentación que tuvo lugar en la librería sevillana La Fuga:

"...Una forma de narrar y de enfrentar la realidad latinoamericana que no da gato por liebre y que es capaz de asumir de una vez por todas la tensión por la que se crea o desaparece América Latina. Me refiero a la tensión Norte-Sur, a la tensión Estados Unidos-América Latina. A la tensión Ché Guevara-Supermán. A la tensión finalmente entre mundo anglosajón y mundo latino. En ese hueco se crea y se destruye Latinoamérica constantemente. Y en ese hueco horada Memorias del Desarrollo".

Así comienza el libro:
¡Qué alivio! No pienso volver a correr, a ir jogging, a trotar como si tuviera la más remota idea de mi destino. Uno aprieta el paso cuando encuentra un punto en el horizonte que reclama su presencia. Ahora simplemente deambulo por la ciudad sin rumbo fijo. Pensar que no hace mucho, apenas unos meses, salía cada mañana, iba jogging antes de sentarme a desayunar, primero por la carretera de Hadley, bordeada de arces y abedules y olmos que me contemplaban inmóviles, burlándose de mi inútil derroche de energía, y luego por las sendas del campus de Smith, entre la grama uniforme, repulida, tediosa como todo ideal.
¿Por qué? Para lucir integrado, agradecido, parte de la sociedad que me había acogido como refugiado político; o tal vez para dormir mejor, agotado al final de cada
jornada. Había comenzado a trotar diariamente más o menos cuando me hice ciudadano norteamericano. Corra o no corra, jamás llegaré a ninguna parte.
Otra cosa: aunque tenga que ir descalzo no vuelvo jamás a ponerme otro par de zapatos deportivos; detesto esas acolchadas bañaderas de absurdos diseños, esos ridículos zapatos de payaso. De ahora en adelante sólo introduzco los pies en mocasines de suave piel marrón.

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